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La Consejera de Bienestar Social y Familia, Carmen María Susín, destacó la importancia de la transversalidad en el tratamiento del consumo y la familia
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El impacto de la «ideología consumista» en los más jóvenes centró gran parte del contenido de las charlas de expertos
De izquierda a derecha, Eva Fortea Báguena (Directora General de Familia, Infancia y Natalidad), Carmen María Susín (Consejera de Bienestar Social y Familia) y Antonio Villacampa (Director General de Protección de Consumidores y Usuarios)
El papel de la familia en la socialización de los menores como consumidores centró la XIII Jornada de Consumo y Familias, celebrada ayer día 21 de noviembre de 2023 en la sala Jerónimo Zurita del Edificio Pignatelli. El evento, organizado por la Dirección General de Protección de Consumidores y Usuarios y Dirección General de Familia, Infancia y Natalidad del Gobierno de Aragón, contó con la presencia de expertos procedentes del mundo del periodismo, la psicología, la psiquiatría y la policía.
En jornada estuvieron presentes Eva Fortea, Directora General de Familia, Infancia y Natalidad, Antonio Villacampa, Director General de Protección de Consumidores y Usuarios, y Carmen María Susín, Consejera de Bienestar Social y Familia, encargada esta última de abrir el evento. La consejera destacó la importancia de la trasversalidad de la acción en lo que a consumo y familia se refieren. «Todos somos consumidores de productos y servicios», comentó, aunque «no siempre tenemos herramientas» para abordar los problemas que puedan derivarse de esta realidad. En este sentido, destacó el papel de la familia en la «socialización» como consumidores, y apostó porque padres y madres se conviertan en los «primeros influencer» de sus hijos.
Asimismo, Susín manifestó su preocupación por el tiempo que las personas pasan delante de un teléfono móvil, y remarcó el hecho de que la tecnología, en lo que respecta a los menores «puede ser aliada de su desarrollo o todo lo contrario». También apuntó el hecho de como las redes sociales pueden ser instrumentos para impulsar cambios sociales, pero también remarcó su «toxicidad», puesto que contribuyen, según comentó a «polarizar la sociedad» y a «difundir bulos y desinformación». En este sentido, remarcó el papel de las familias para ayudar a los menores a «tomar sus propias decisiones como consumidores y no dejarse arrastrar por las tendencias», y para «asentar los fundamentos de un consumo crítico, sostenible y responsable».
Los influencers, la referencia de los más jóvenes en el consumo de marcas
La jornada comenzó con la mesa redonda “Creciendo libres y seguros en la sociedad de la información”, con el periodista Antonio Pardo y el Subinspector del Grupo de Delitos Tecnológicos de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, Raúl Olivares. El encargado de abrir la mesa fue Pardo, quien comenzó ofreciendo diversos datos de uso de redes sociales e internet por parte de los menores. Según comentó, los jóvenes comienzan a usar las redes sociales sobre los doce años de edad, y el 98% conoce y valora muy positivamente la red social Tik Tok, aunque WhatsApp es la que más usuarios tiene entre los más jóvenes. Además, los más pequeños buscan en las redes sociales entretenimiento, apuntó, y el 82% tiene a influencers como su principal referencia sobre consumo de marcas.
Antonio Pardo también remarcó el hecho de que el teléfono móvil es su principal vía de acceso a internet, y cómo un mal uso de esta última influye de forma negativa en su salud física y emocional, en la pérdida de intimidad e, incluso, en la adquisición de deudas con la pérdida de dinero (el 43% de los estudiantes de ESO, comentó, cree que es posible ganar dinero en internet). Para prevenir los efectos perniciosos sobre los menores del mal uso de internet, Pardo recomendó evaluar la madurez del niño o niña antes de permitirle el acceso, el establecimiento de normas y límites, testar con el menor las aplicaciones y videojuegos antes de su uso, reforzar la autoestima del menor para que no caiga en el sometimiento de terceros y compartir con los menores otras actividades de entretenimiento. Finalmente, recomendó una serie de servicios que pueden ayudar a padres y madres en la labor de control y educación en el uso de internet y el consumo, como Internet Segura For Kids (is4K), el Instituto Nacional de Seguridad (INCIBE), la aplicación de control parental Qustodio o Google Family Link.
Mediación parental, un proceso de acompañamiento conjunto de padres, profesores y policía
La mesa redonda continuó con la intervención de Raúl Olivares, Subinspector del Grupo de Delitos Tecnológicos de la Jefatura Superior de Policía de Aragón. Según datos ofrecidos por Olivares, el uso de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) basadas en la conectividad es masivo en el mundo, con un 64,4%. Además, el 122% de las personas usa teléfono móvil, lo que significa, explica, que muchas personas tienen más de un dispositivo.
Tal y como explicó el Subinspector, estamos «atados» a los diversos dispositivos digitales, como televisión, teléfono móvil o consolas. De forma especial en el caso de los menores, recordó, ya que según se desprende de las charlas que ofrece la policía en institutos, muchos menores hacen uso de más de seis redes sociales. Y eso teniendo en cuenta que según la Ley española de Protección de Datos, la edad mínima para poder acceder y registrarse en redes sociales es de 14 años, un dato que, cuando se menciona a jóvenes de la ESO, los deja sorprendidos, puesto que muchos de los usuarios de redes sociales no llegan a esta edad mínima.
Un universo digital para el que los más jóvenes no están preparados, lo que les lleva a ser especialmente vulnerables. En este sentido, comentó cómo el Grupo de Delitos Tecnológicos de Zaragoza ha realizado la primera detención en el mundo por cometer un delito en el Metaverso, por un delito de pornografía infantil. De hecho, el potencial de redes como esta ha llevado a más de cuarenta estados de EE.UU a denunciar a Meta por ser dañino para los jóvenes.
Olivares apuntó el peligro de la ingenuidad de los menores, que tienden a dar en internet todos sus datos (nombre, apellidos, DNI, ideas…), mediante los cuáles los ciberdelincuentes, por medio de técnicas de ingeniería social, utilizan para cometer delitos. «Todo lo que hacemos en internet deja huella», anotó en relación a temas como la reputación online.
El Subinspector de la Policía Nacional también ofreció consejos para que padres y madres puedan acompañar a los menores en el universo digital:
- Comentarles que la privacidad en las redes sociales se puede personalizar.
- No aceptar amistad de desconocidos.
- Ante cualquier duda, no instalar una aplicación.
- Hacer caso de las recomendaciones PEGI.
- Cuidado con lo que se comenta en los chat de los videojuegos, porque los ciberdelincuentes se hacen pasar por menores para ganarse la confianza de los más jóvenes y lograr sus objetivos.
- Uso de aplicaciones de control parental (Locategy, Family Link, Qustodio).
- Pensar que los ciberdelitos también pueden pasarnos a nosotros.
- Uso de la mediación parental (proceso de acompañamiento de los responsables de la educación digital de los menores en su formación: padres, profesores y policía).
Asimismo, recordó el trabajo de la Fundación Anar de ayuda a los jóvenes en riesgo, así como teléfonos de ayuda contra el acoso (900 018 018 y 900 100 456), así como webs informativas como www.osi.es, www.agpd.es, www.policia.es, www.pantallasamigas.net, www.is4k.es, www. protegeles.como y www.cibervoluntarios.org.
Coherencia y límites para educar consumidores responsables: si soy amigo de mi hijo, lo dejo huérfano
La jornada concluyó con la segunda mesa redonda “Analizamos el consumo en la infancia y adolescencia”, en la que participaron José Carlos Fuertes Rocañín, psiquiatra forense, y Javier Garcés Prieto, Presidente de la Asociación de Estudios Psicológicos y Sociales, y que moderó Santiago Boira Sarto, presidente del Colegio Profesional de Psicología de Aragón.
El primero en abrir la mesa redonda, José Carlos Fuertes, apuntó la importancia de no ligar el ocio en familia al consumo. «Qué motivación tenemos cuando nuestro ocio es consumo», comentó en relación con la costumbre de pasar el día en familia en centros comerciales. Su charla se centró en la idea de que los seres humanos, especialmente los niños, no necesitan «regalos, sino personas», anotó, así como en la idea de que «no tenemos que psiquiatrizar la vida» ya que, según bromeó, «hoy todo son síndromes».
El psiquiatra forense remarcó una serie de ideas fundamentales sobre el consumo y la familia:
- El tiempo es lo único que no se puede comprar.
- La edad esencial para conseguir un cerebro emocional e intelectualmente sano es desde el nacimiento hasta los doce años.
- Esta etapa vital es donde mayor plasticidad neuronal tenemos los seres humanos.
Además, reseñó como, según explicó, la actual forma de vida no es saludable, por diversas razones:
- Vivimos constantemente «amenazados» (estresados).
- Se confunde lo importante con lo impactante.
- Hay demasiadas palabras y poca coherencia al actuar.
- Importa más el «tener» que el «ser».
- El consumo se ha vuelto una «obsesión».
Ante el panorama descrito, Fuertes puso sobre la mesa varias sugerencias para que padres y madres puedan educar en un consumo responsable, como la coherencia («haz lo que te digo porque yo lo hago»), establecer límites («no todo vale») y alzarse como autoridad. «Si soy amigo de mi hijo, lo dejo huérfano», explicó. También abogó por enseñar a los más jóvenes que «querer no siempre es poder», y que «el bienestar y el sosiego no es tener cosas», concluyó.
Si el producto es gratis, el producto eres tú: cómo la «ideología consumista» determina la forma de pensar de los jóvenes toda su vida
Javier Garcés, Presidente de la Asociación de Estudios Psicológicos y Sociales, cerró la mesa redonda con una charla sobre los aspectos psicosociales del consumo en los niños. En este sentido, recordó que «cada generación es más consumista que la anterior», y reseñó que «el consumismo es una seña generacional de los jóvenes en todo el mundo». Una realidad que afecta a un colectivo que «no tiene defensas» para afrontar los efectos negativos del consumo, y que, sobre todo en el caso de los más pequeños, por su madurez no pueden «distinguir entre publicidad e información».
En este sentido, según explicó, el «único contrapeso educativo es la familia», aunque también apuntó la importancia de la escuela en esta educación en consumo, en una sociedad en la que impera, comentó, una «ideología consumista» que genera «problemas de salud mental». La ideología consumista, apostilló, se basa en diferentes premisas:
- La felicidad depende de lo que se compra.
- El afecto de los padres se manifiesta en la compra de aquello que los hijos quieren.
- No tener lo que tienen los demás genera malestar.
- El éxito social se consigue mediante la compra.
- Para sentirnos atractivos y sentirnos bien, es necesario comprar determinados objetos.
Todo ello bajo la sombra, explicó, de la insatisfacción, que es «la clave del deseo de consumo». Estas premisas mencionadas por Garcés calan en la mente humana, de forma particular en los más jóvenes, y «determina su forma de pensar durante toda su vida».
De hecho, las marcas se han convertido en elementos que determinan la pertenencia al grupo, y en base a las cuáles se construye la identidad. Una realidad que incide con mayor peso en la adolescencia, un periodo en el que la imagen personal externa se está convirtiendo en «un elemento esencial de la autoestima», comentó.
Para compensar esta ideología consumista y el «impacto psicológico» de los hábitos de consumo, Garcés apuntó una serie de claves que los padres y madres pueden transmitir a los hijos:
- Si el producto es gratis, el producto eres tú.
- Cuidado con lo que haces y dices en redes sociales: todo está pensado para sacar beneficios comerciales de su uso.
- No creas que comprar te hace feliz.
- Ningún producto o marca te va a hacer ganar amigos, ni te dará éxito o admiración de los demás: quieren a tu producto, no a tí.
- Estar satisfecho con la propia imagen: solo se puede mejorar cuando te gustas a ti mismo.
- Vive en tu ciudad o pueblo, no en un centro comercial.
- Se un consumidor libre y sensato.